lunes, 18 de marzo de 2013

Ayer


Rostros sin rostros reflejados en las paredes.
Rastros, pistas… piezas de alguien más.
- ¿Lo hubieses hecho? -  susurra mi apolillada conciencia  - ¿Lo hubieses hecho?
Una pausa, agitada como la calma nocturna.
- Vamos cariño, no nos veamos la suerte entre gitanos.
Mientras el incienso se disuelve en el aire, algo se hace tangible desde el otro lado de mis sospechas. ¿Por qué será que sigo viendo algo propio en cada una de las canalladas ajenas?
- Porque haz sido el ser más despreciable del mundo y sus alrededores... Porque la maldad no va a dejar de carcomerte los huesos. Indeleblemente unida a tu sangre; entrelazada a tu esencia.
Mea culpa.
La diferencia es que yo si me salía con la mía, y por algún motivo, sigo sin arrepentirme.
No, no será hoy el día en que me golpee el pecho con una roca.
Olvidé nombres y rostros.
Olvidé las conversaciones vespertinas y las llamadas de chicos bajo la lluvia ‘este… feliz cumpleaños’
- después de ¿tres años? Pausas –
Olvidé las vías de evacuación, los escapes maestros; y sin embargo, perdura el recuerdo de una línea temporal abortada.
Puedo verle a ella como si la hubiese conocido de toda una vida.
- Y quizás es así...
Si, quizás es así.
 - Tu reflejo llegará, no te impacientes...
Es un alivio.
Vas a tener más duplicados de mí a lo largo de la historia. 

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