Derrapo
contra la realidad;
el
vértigo hace mella de todo lo bueno que hay en mí.
Mi vida
se resquebraja bajo mis pies
debe
ser la madre de las hecatombes acelerando el paso,
destruyendo
todo
devorando
mundos.
En mi
cerebro tintinean repiqueteos distantes:
mañana
estaré muerta,
algo de
mí lo sabe…
y ese
algo está dichoso.
Vivir
en la podredumbre moral
la mía
propia.
Una vez
encontré un ángel y lo hice añicos.
Yo
destructora
de mundos;
ser de
necesidad y necedad absoluta.
Soy una
apostilla en una página en blanco.
Una vez
le quebré las alas doblándolas contra mis rodillas
dijo
que quería clavarse a cada filamento de mi cuerpo
lo dejé
morir bajo la luz de luna…
he sido
tan idiota
tan
infinitamente idiota.
Ahora
los muertos danzan fuera de mi ventana
se ríen
de mí y de mi miseria
todos
ellos;
amantes
de antaño.
Me
odian.
Me
odian todos, menos él.
Y es lo
que más me duele.
Tan
sólo me mira sin emitir sonido
si quiera un siseo.
Me mira
con una inexpresividad glacial
tan
vivo
tan
pálido
tan
añoso…
Por
dios
no lo
soporto más…
Mi
mezquindad ruge bajo mis entrañas.
Por
piedad…
Necesito
saber
que me
odiarás algún día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario